Rodrigo Llavayol Doti es Socio Estudiante de la APDI, Arquitecto por la Universidad de la República de Uruguay, y está actualmente estudiando el Master de Diseño de Iluminación Arquitectónica de la Universitat Politècnica de Catalunya. Este artículo ha sido reconocido recientemente como uno de los cinco ganadores del premio STIRup 2020.
Conceptos como sostenibilidad, eficiencia energética y huella ecológica han tomado mucha fuerza en los últimos años y son los pilares básicos de cualquier proyecto urbano. Sin embargo, es importante comprender que todas estas ideas no tendrán sentido si nos dedicamos a crear espacios que rápidamente, con el paso del tiempo, pierden funcionalidad. Si esto sucede, usaremos y desperdiciaremos recursos de todos modos. Hoy en día, las necesidades de las personas cambian constantemente, por tanto, los espacios urbanos deben acompañar ese cambio para cumplir con su razón de ser: ser extensiones del hogar y áreas de integración social.
Los usuarios tienen una nueva forma de interactuar con su entorno. Comprender este nuevo comportamiento es la clave para diseñar los espacios urbanos del futuro. Actualmente, la tecnología conecta a las personas con todo y les brinda la oportunidad de expresarse, ser creadores de contenido, y los ha acostumbrado a lo bidireccional. El espacio público debe estar preparado para ello, tenemos que pensar los diseños urbanos para dar respuesta a las necesidades de los usuarios y su deseo de co-creación. El espacio público, lejos de ser un área residual, es el lugar donde se expresa y manifiesta la ciudadanía, no podemos perder eso. Es nuestro espacio en la ciudad, es de todos y, por esa razón, debe estar diseñado para que sea apropiado por las personas. ¿Cómo lograr eso? Permitiéndoles cocrear y manifestarse.
Debemos dar a los usuarios el poder de actuar sobre el diseño y cambiarlo de acuerdo con sus necesidades. Necesitamos crear diseños abiertos, flexibles e inclusivos que el usuario pueda, de cierta manera, adaptar de acuerdo con sus actividades. Tenemos que crear espacios para la participación, con bases y diseños programáticos bien definidos, pero dejando «espacios en blanco» para que los usuarios completen a su gusto.
Mirando hacia el futuro, es importante entender que el diseño urbano de una ciudad será más calificado, cuanto mayor sea su capacidad para adaptarse a las necesidades del usuario. La eficiencia de un proyecto se logrará si, además de incluir conceptos sostenibles, se le da al usuario la oportunidad de apropiarse del espacio y hacerlo suyo. Para que esto suceda, es esencial incluir al usuario en el diseño. Si logramos esta versatilidad en los diferentes equipamientos del espacio urbano, por cada espacio creado, tendremos una gran cantidad de configuración posibles, contribuyendo además a un constante cambio en la imagen de la ciudad.
La iluminación es una parte muy importante del espacio urbano, merece ser diseñada y entendida siguiendo la misma premisa. En la propuesta de iluminación que comparto aquí, la cual presenté en los Premios LAMP 2019, llamada «La luz sigue a la función», se muestra una interacción directa entre el usuario y la iluminación. Este proyecto se desarrolla en el área «Negra» de la plaza Superkilen, uno de los espacios públicos más calificados del mundo, cuyo diseño y equipamiento son elementos que promueven la diversidad social y cultural. El proyecto de iluminación propuesto tiene como objetivo proporcionar una iluminación general flexible, que permita a los usuarios intervenir, dándoles la oportunidad de apropiarse del espacio y generar diferentes atmósferas.
Los conceptos de flexibilidad e inclusión se materializan en «La luz sigue a la función», en la elección de una red elástica como base de la propuesta. La red está suspendida sobre la plaza, conteniendo la iluminación general: luminarias esféricas de policarbonato de diferentes tamaños, que se moverán a través de la red elástica de acuerdo con la forma en que los usuarios la modifiquen. Cada luminaria colgará de cable superior, lo que les permitirá un movimiento controlado. Las cuerdas suspendidas de la red elástica serán las que inviten a los usuarios a personalizarla y crear diferentes ambientes. Estas cuerdas se distribuirán por toda el área intervenida, y en los lugares principales (áreas de equipos, por ejemplo: mesas y bancos), se planea colocar un ancla para fijar la iluminación requerida. La participación del usuario influirá en el diseño del espacio, ya que adoptará diferentes configuraciones según las necesidades de iluminación de las personas. La capacidad de cocrear el espacio da nombre al proyecto «La LUZ sigue la función» inspirada en la famosa frase del arquitecto Louis Sullivan «La Forma sigue la función».