Por Mariel Fuentes
En los últimos tiempos, no sé si tenéis la misma impresión que yo, en prácticamente todos los proyectos de restaurantes parece que el vintage ha llegado para quedarse.
Es un estilo que, personalmente, me atrae desde el punto de vista estético, y pienso que puede dar mucho juego en cuanto a diseño, materiales y calidez ambiental dentro de un proyecto. Lo usamos muchas veces buscando transmitir carácter o personalidad, y por qué no decirlo, lo vintage nos recuerda el pasado y por lo tanto nos transporta a la atmosfera y la vivencia de una época anterior. De alguna forma, albergamos la creencia de que, como dice el dicho, todo tiempo pasado fue mejor.
Sin embargo, ¿qué ocurre cuando el proyecto que desarrollamos contiene cierta complejidad, y plantear un simple diseño de luminarias no basta para abordar todas sus temáticas? Sería el caso, por ejemplo, de un proyecto que tenga una relación con un entorno cultural, o un espacio de gran potencia; o el de una propuesta que incluya un programa de usos que rompa esquemas y aspire a marcar la diferencia; o, simplemente, el caso de un proyecto que tenga un relato propio que contar.
Por mi experiencia en iluminación dentro del ámbito de la restauración, puedo decir que es muy atractivo trabajar e intervenir en proyectos de restaurantes que buscan tener su propio relato, su propio storytelling. No hay que olvidar que un restaurante es una escenografía y busca transportarnos a momentos, sensaciones o estados de ánimo, donde disfrutar de un plato o de buena compañía es mucho más que eso, es vivir una experiencia.
Desde ese punto de vista, un restaurante puede ser un salón de lujo o recrear un pueblo, un entorno marítimo o un espacio inmaterial. Y es a través de esta alquimia necesaria entre la propuesta de diseño de interiorismo y el diseño de iluminación, que el proyecto es capaz de transmitirnos esta reinterpretación y transportarnos a un lugar, a un momento, o a una emoción.
Cada elemento es parte de este guión y de la historia que pretende ser contada. En el proceso de diseño se estudia el espacio (real o propuesto) o la situación que se busca retratar. ¿Cómo es esta atmósfera? ¿Qué sensaciones se busca transmitir? ¿Qué elementos podría contener? ¿Qué tipo de luz es la más apropiada para cada espacio y momento? ¿Apostamos por gran cantidad de luz, o preferimos una luz íntima? ¿Qué usos o actos se desarrollarán y en qué momentos? Debemos explorar al máximo el potencial de estos espacios y ambientes lumínicos, además de hacer el ejercicio de ponernos en las diferentes situaciones y momentos que se vivirán en los mismos. El conocimiento de estos factores garantizará que las propuestas sean propias del relato del proyecto. Y, por supuesto, dentro de este brainstorming es vital el diálogo y la complicidad entre lighting design e interiorismo, ya que buscamos un proyecto que explique su propio cuento y todos los ingredientes deben conjugarse con precisión.
Hace unos años, en una reunión de trabajo sobre un proyecto de restauración, un integrante del equipo de diseño me dijo una frase que me quedó grabada. Era algo así como: «Hay restaurantes en los que se busca ver lo que comemos, y otros donde buscamos vernos guapos». Esta frase tan sencilla me pareció una realidad muy diáfana y creo que cobra sentido cuando vemos que a menudo se diseña con plantilla o a partir de lo que se suele llamar estilo o línea de diseño. Creo que el mensaje de esta frase ilustra muy bien el hecho de que existen muchos tipos de restaurantes y enfoques diferenciados, donde uno de los factores más importantes es su mercado objetivo.
En mi caso, en líneas generales, prefiero interpretar un restaurante como un espacio flexible que aspira a crear emociones. De ahí que nuestro proyecto de iluminación deba, en primer lugar, comprender en profundidad el entorno integral de la propuesta, para luego proyectar o relatar esta historia a través de la luz. Vamos a explicar un cuento, la historia propia de cada restaurante.
Mariel Fuentes. Arquitecta por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, tiene una larga experiencia como diseñadora independiente de iluminación arquitectónica. Tras trabajar más de 10 años en artec3 Studio fundó LDLuz – Lighting Design. Ha participado en la iluminación de numerosos proyectos de restauración -Les Cols, One Ocean- y de hostelería –Ohla Laietana, Juan Carlos I- y combina su labor profesional con la docencia. Forma parte de la Junta Directiva de la APDI.