El mayor valor añadido del diseñador de iluminación es la capacidad de establecer un proceso de comunicación visual del espacio arquitectónico con el ser humano a través de la luz de forma creativa, innovadora, eficiente y sostenible.
Su función mediadora, independiente de la industria, entre el arquitecto y el ingeniero de instalaciones, le permite interpretar las intenciones del arquitecto y hacerlas realidad a través del diseño de la iluminación.
El diseñador de iluminación tienen en cuenta, además de los parámetros técnicos, energéticos y normativos, otros aspectos como la calidad de la luz que se produce en el espacio según la temperatura de color de las fuentes de luz, la dirección de la luz, el confort visual, la intensidad, la sombra o la penumbra, para percibir sensaciones, referencias visuales, calidad de materiales y volumetrías.
El diseñador de iluminación es también fundamental en temas de sostenibilidad y clasificación energética de los edificios ya que el tipo de iluminación escogido afecta al uso general de la energía y de recursos en los espacios. Sin olvidar su aportación fundamental en el control del presupuesto de obra.
En definitiva, la participación del diseñador de iluminación es clave para el éxito de un proyecto de iluminación contemporáneo ya que asegura la calidad de la luz, y el cumplimiento de las necesidades de confort, eficacia y sostenibilidad, desde el punto de vista normativo, económico y energético.